domingo, 19 de junio de 2011

Memorias sin editar I

No podía creerlo... Sentada allí, a su lado, recibiendo el aire fresco del otoño, tomada de su mano, escuchaba preguntas que no entendía... "¿te sientes enamorada?" Y yo "sí..." (pensando en que había algo raro en esa pregunta)... y luego otra más "¿te sientes obsesionada?" Y yo "no..." Y de pronto "yo no estoy enamorado". Carajo... No podía creerlo. Durante un mes me dijo que me quería, que no sabía qué era el amor, pero que me quería, y de pronto, el mismo día que cumplíamos un mes, me dice que no sentía nada por mí, que me quería como amiga, pero nada más. Me quedé helada, mientras seguía hablando palabras inentendibles para mí en ese instante, le solté la mano, mientras las lágrimas salían de mis ojos y no podía creer lo que escuchaba. Había sido tan feliz en ese mes, estaba tan contenta con él, tenía mis dudas existenciales respecto a mi vida pero estaba contenta. Y de pronto, él acabó con toda la ilusión. Ya no podía esperar más de él. "Golpéame si quieres"... imbécil... golpearte no me serviría de nada, tal vez golpear tu corazón para ablandarlo (cual técnica de ablandamiento de carnes) podría haber servido de algo, pero, ¿golpearte a ti? No había forma. Luego de más de una hora de estar allí sentada, de seguir llorando y terminar de conversar con él, sin tratar de reprochar lo que estaba diciendome, acepté mi realidad. Ya no iba a rogar, hacía mucho que había aprendido a no rogarle a nadie un poco de cariño. No siempre se gana, pero cómo duele perder. Nos despedimos. Adiós planes de días sucesivos. Entonces...
Al día siguiente, recibí otra comunicación de mi súper amigo. Sip, de él, del que siempre que puede me hace olvidar de todo lo malo de la mejor manera. Hacía varios días que me había dicho pasa salir pero yo no podía por obvias razones. Mejor oportunidad para ambos no había, él quería verme y yo quería olvidar. Él no sabía nada de lo que a mí me pasaba, pero sospecho que lo intuía de alguna manera. Y quedamos en encontrarnos. Yo también quería verlo para distraerme y conversar, así que salí con él. Estando en plena calle, al verme, me saludó como si fueramos novios, me besó y me abrazó apasionadamente, y le correspondí con la misma intensidad, y al subir al taxi hizo lo mismo. Siempre me he sentido protegida por él, y me atraía, así que se lo permitía, y encima, tan dolida y susceptible como estaba por la reciente ruptura, me dejé llevar. Con él me sentía tan segura que no pensé en nada más. Sólo trataba de olvidar lo sucedido dos días antes, y todo lo pasado en el último mes. Conversamos algo, y al final, terminamos haciendo el amor, o al menos eso era lo que ambos creíamos, sobre todo yo. Durante todo el mes anterior no había hecho nada con mi otrora enamorado. Cerré los ojos y traté de imaginar cómo hubiera sido hacerlo con él, mientras era otro quien me abrazaba y besaba. Disfruté todo lo que pude, le dije que lo quería, y todo lo que se suele decir en esos momentos, y él, a su vez, hacía lo mismo, me decía que me quería, que me adoraba, y todo lo demás... pero yo pensaba en el otro "¿por qué no me quieres tú? ¿Por qué no puedes quererme como yo a ti?". Y al terminar me dí cuenta de que las lágrimas caían de mis ojos, menos mal que la luz tenue no permitía que mi amigo las vea, porque sino, supongo que podía pensar que fue su excelente perfomance lo que provocó eso (que no estuvo nada mal, pero el pensar en lo que había sucedido días antes me impedía disfrutar al cien por ciento). Igual, sentí que el imbécil que mencioné al inicio de esta memoria nos había robado esa noche a los dos algo del placer de estar juntos, y lo odié por un instante.
Nos despedimos y me fuí a casa, a seguir pensando en este imbécil que durante un mes me mintió de la manera más vil, y yo, hecha otra imbécil, le creí todo. Me dormí queriendo olvidar, y a la vez, confirmando mi teoría de que un clavo no saca otro clavo, sino que lo hunde más :(
N.d R.: Para los que se pregunten donde estaba la lealtad para ese ex, pues les diré ¡Cuernos!. Él no la tuvo conmigo, ni la mínima consideración de dejarme justo el día que cumplíamos un mes. No te merecías nada de lealtad, de haber sabido lo que me harías le hubiera dicho que sí a mi amigo mucho antes. Te lo merecías desde antes, y no me hubiera arrepentido de haberlo hecho.

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